Para no pocos, hablar de webcómic en español se reduce a intentos más o menos afortunados (normalmente, menos) de “hacer manga”, costumbrismo que no es tal, humor (o más bien ¿humor?) absurdo, cajones de sastre… Bueno, es una visión demasiado simplista y generalizada, énfasis en ‘demasiado’. Ya sabemos cómo es Sturgeon con eso de que el 90% de lo que hay de cualquier disciplina es basura.
Desde mi punto de vista, Art 88-46 está en el 10% que merece, y mucho, la pena. Ya para empezar es lo habitual en el panorama de los webcomiqueros hispanos, y esa es su mayor ventaja a la hora de llamar la atención.
El cómic de Ulises “Rata” Lafuente supone ya de por sí toda una sorpresa porque precisamente los webcómics de ciencia-ficción en español son escasos, y ya si tratamos de quitar la space opera para buscar algo más serio… Hmm… Casi se puede considerar a Art un pionero, sobre todo visto el nivel a su alrededor.
La historia parece sencilla: Tony, el protagonista, se conecta al Metaverso, algo que podría calificarse como una Internet gigantesca, pero hay una caída de tensión y su asistente virtual Makoto encuentra la forma de proteger a su dueño de los daños que podría sufrir. Y así es cómo Tony acaba en un Universo creado por él mismo, donde le conocen como el Demiurgo, y en el que tiene que vivir una nueva durante el tiempo que Makoto le tenga en suspensión hasta que pueda despertarlo. Y no solo eso: tiene un poder casi-infinito aquí dentro, su propia creación está viva, y para rematar la faena, un hacker y jugador de sexo indefinido ha encontrado en su pequeño Universo un reto sin igual.
Ya digo que esto parece que dé una historia muy simple, pero el desarrollo y los temas tratados hacen que esa sea solamente una sencillez aparente.
Y aunque suelo hablar del reparto del webcómic, en este caso me gustaría hacer una excepción. Es un reparto muy extenso, donde todos los personajes, hasta los secundarios, tienen muchas cosas interesantes que ofrecer, y mostrar un pequeño resumen o considerar a algunos como más importantes que otros no me parecería justo. Aunque luego veréis, cuando hable del guión y los personajes quiénes son los que más me interesan en cierta manera…
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Dibujo
Lo primero que llama la atención es el dibujo, y también un nombre: Moebius. Y es que este estilo de dibujo tiene una influencia importante del maestro francés, pero no os preocupéis, porque es solo eso, una influencia. No es un calco, pero se nota de dónde bebe Rata.
En sus comienzos, el dibujo se antoja un poco tosco. De hecho, las 6 primeras páginas del cómic ofrecen dibujos de líneas bastante gruesas y temblequeantes, y personajes bastante simples en los detalles. Y aun así, resulta un dibujo curioso, que llama la atención, y es lo que necesita… Si ya un dibujo, por muy verde que sea, llama tu atención, y para bien, es que estás yendo por el camino correcto.
Y de pronto, nos encontramos con páginas donde hay muchos más detalles (si bien también recurre a veces a más simplicidad, pero nada de simplón), personajes más definidos y vivos, siendo muchísimo más expresivos a medida que avanza el cómic. Con el paso del tiempo, el trazo es cada vez más fino, pero también más seguro, y permite una cantidad de detalles impresionante. Mención especial tienen los fondos, en su mayoría pequeñas obras de arte por sí solos, y los ingenios mecánicos… si bien las naves resultan más impresionantes en su interior que en su exterior, tal vez porque el detalle en los interiores es mucho más común en el cómic, lo que ha hecho que Rata le dedique más tiempo. Lo mismo me equivoco, ojo, pero es la sensación que me da.
Los personajes en sí tienen un trazo más firme y aunque menos detallados que los fondos, tienen volumen y vida. Tal vez a veces estén en alguna postura extraña o algo llame en su cuerpo respecto a su anatomía, pero son detalles menores.
El trazo mejora a pasos agigantados, en serio, y el uso de los grises empieza con un poco de timidez para poco a poco adaptarse y ofrecer páginas con un sombreado simple pero funcional y otras de gran belleza. Como bellas son también las pocas pero impactantes páginas a todo color, y las splash pages. Pero todos estos recursos, que otros podrían usar poco más que para rellenar hueco y salvar la papeleta, se integran perfectamente dentro de la historia. Hasta las más simples causan un impacto considerable en el lector.
Art 88-46 consigue un estilo propio y solo va a más. Y eso se aplica también a su narrativa, que junto a las distribuciones clásicas se permite experimentar con las composiciones de las viñetas en algunas ocasiones, saliéndose de los cánones habituales, para ofrecer algo distinto, algo más, por así llamarlo, artístico. Claro que hay momentos en que puede confundir, sobre todo en escenas de acción, que en algún momento puede resultar lioso.
Tal vez lo que pueda a veces complicar la lectura, al menos en los comienzos, es el hecho de que los textos no son mecanografiados, sino que es la misma caligrafía del autor la que nos lleva por descripciones y diálogos. Como digo, se da sobre todo al principio, pero si estás muy acostumbrado a fuentes de ordenador clásicas, lo mismo al principio puede extrañar, pero como ya digo, mejora.
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Guión
Una vez Rata dijo que el guión no estaba escrito, sino que lo tenía todo en su mente, que buscaba siempre una forma de que la historia fuese en una dirección u otra, que fluía. Un guión vivo, vamos. Y seguro que más de uno se lleva las manos a la cabeza porque no está escrito. Pero viendo el resultado, o Rata es un prodigio o tiene mucha suerte.
Me explico: todo el Universo que se ha creado tiene coherencia interna. Es increíble cómo la improvisación puede haber dado lugar a una historia en una utopía futurista contenida dentro de una realidad ciberpunk. Y que no chirríe nada en absoluto.
El tema que trata el webcómic, su principal atractivo, es la línea que separa lo real de lo ficticio, si realmente lo que creamos, nuestras invenciones, existen o no. Un tema que no es nuevo, pero que Rata consigue mostrar con la suficiente maestría como para hacerte pensar en ello. Una cuestión sobre si el arte que creas es real o no está representado en el micro-universo que el protagonista, Tony, ha creado.
Y es que, como he dicho en el resumen del principio, su creación está viva y sus personajes, incluso aun siendo conscientes de que no son más que producto de la imaginación de su Demiurgo, son seres pensantes y caminantes, con sus anhelos y curiosidades, hasta el punto de incluso querer internarse el mundo real.
También están los temas clásicos de la ciencia-ficción, como mundos utópicos y sus sistemas de gobierno; la tecnología que permite el viaje espacial; o incluso, y sobre todo, la robótica. Es interesante ver cómo un tema tratado sobre todo por Isaac Asimov aquí tiene su particular giro partiendo de las clásicas leyes de la robótica, o incluso el hecho de que, por qué no, los robots puedan creer en lo metafísico (o algo parecido).
Pero claro, tantos temas a tratar necesitan de un buen hilo conductor, y Art 88-46 ofrece una historia interesante que integra estos temas y los hace suyos. Una historia que gustará sobre todo a los amantes de la ciencia-ficción, pero que no se olvida de sus personajes, sean los reales como Tony y Siete, o los virtuales como Makoto y Chandra.
De todos estos personajes, quiero destacar a Tony, el protagonista, este artista atrapado en su propia creación. Con un poder ilimitado sobre su propio Universo, resulta ser un tipo que no lo aprovecha del todo, o al menos no hace abuso de este poder, y quiere experimentar, y visitar su creación desde un nuevo punto de vista… pero también se siente abrumado ante tanto poder, tanta responsabilidad, y tantos interrogantes.
Ahora bien, todo esto ha sido cantar alabanzas, pero llegamos a un punto que para muchos puede lastrar: las tocho-explicaciones. Cada vez son menos frecuentes, pero en varios puntos de la historia, los personajes lanzan ladrillos de texto, sobre todo, explicando elementos del Universo en el que nos encontramos. Podemos tener a Tony hablando del sentido de la vida o a Chandra tratando de explicar qué piensa hacer para existir “más allá de la creación del Demiurgo”.
Para algunos, estos bloques de texto pueden ser aburridos, pero un servidor, tal vez acostumbrado a la ciencia-ficción-no-muy-ligera, se me pasan rápidos. Y resultan bastante explicativos. No se andan con demasiados tecnicismos, aunque tampoco se pueden definir “para legos”. Y no están forzados, no es un “método Shirow”, sino que estas explicaciones son parte de la historia tal cual.
Así pues, ¿es un webcómic recomendable? Más que recomendable, me parece una de las mejores obras del panorama del webcómic en español. Y estamos hablando de un webcómic que, en mi opinión, nada tiene que envidiar a clásicos como Caleórn o El Vosque. Si os gusta la ciencia-ficción, y más las vertientes de Asimov, Clarke y Dick, entonces estáis de enhorabuena; para los demás, creedme si os digo que merece mucho la pena echarle un vistazo.
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